Ontario elimina los radares de tráfico e invierte en medidas para calmar el tráfico

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Ontario ha prohibido oficialmente los radares automáticos en toda la provincia, tras las críticas del primer ministro Doug Ford al programa calificándolo de “apropiación de efectivo”. La medida cambia el enfoque de la aplicación automatizada a medidas físicas para calmar el tráfico, con una inversión de 210 millones de dólares canadienses (149 millones de dólares) prevista para cambios de infraestructura y una mayor presencia policial.

Cambio en la estrategia de aplicación de la ley

La decisión de la provincia se produce después de un creciente debate sobre la eficacia y equidad de los radares de tráfico. Si bien los defensores defendieron su papel para disuadir el exceso de velocidad, los críticos afirmaron que generaban ingresos excesivos a expensas de los conductores.

Los 210 millones de dólares se asignarán de la siguiente manera: 42 millones de dólares canadienses (30 millones de dólares) financiarán mejoras inmediatas en la infraestructura, incluidos badenes, rotondas, cruces peatonales elevados y señalización mejorada en zonas escolares y comunitarias. Los 168 millones de dólares canadienses restantes (120 millones de dólares estadounidenses) se distribuirán a los municipios a principios del próximo año.

La opinión pública favorece las medidas físicas

Los datos de encuestas recientes de Abacus Data respaldan el cambio. Una encuesta realizada a 2.000 adultos de Ontario encontró que el 50% prefiere medidas para calmar el tráfico a las cámaras automáticas, mientras que sólo el 33% cree que las cámaras son una mejor solución. En particular, el 80% de los encuestados informaron que las medidas físicas los obligan efectivamente a reducir la velocidad, siendo los topes los de mayor impacto.

Preguntas sobre ingresos y financiación

La eliminación de los ingresos por cámaras genera preocupación sobre la financiación de los programas de seguridad vial existentes. Actualmente, el 35% de los ingresos por cámaras cubre los costos del programa, el 24% se destina a la provincia y el 41% financia iniciativas de la ciudad, como programas policiales de seguridad vial, guardias de cruce escolar y agentes uniformados.

La alcaldesa Olivia Chow ha expresado su preocupación sobre cómo estos programas continuarán funcionando sin el flujo de ingresos de las cámaras. El gobierno aún tiene que proporcionar un plan detallado para reemplazar esta fuente de financiación.

El panorama más amplio

La medida refleja un debate más amplio sobre el papel de la aplicación automatizada versus la infraestructura física en la mejora de la seguridad vial. Si bien algunas jurisdicciones continúan dependiendo de las cámaras como fuente de ingresos, la decisión de Ontario prioriza intervenciones físicas visibles que alteran directamente el comportamiento de los conductores.

La eficacia de este enfoque será seguida de cerca por otras provincias y municipios que estén considerando cambios similares en sus estrategias de seguridad vial.

El impacto a largo plazo de la prohibición dependerá de la eficacia con la que se utilicen los 210 millones de dólares y de si las medidas físicas pueden ofrecer el mismo nivel de disuasión que la aplicación automatizada.