El equipo Vanguard Road Safety de la policía de Surrey realiza patrullas periódicas para disuadir y detener a los conductores bajo los efectos del alcohol o las drogas. Una operación reciente en Guildford, Surrey, proporciona un claro ejemplo de cómo funcionan estos controles y de las consecuencias, a menudo demoradas, para los infractores. La realidad es que la aplicación de la ley es selectiva y el sistema legal va a la zaga de la velocidad del consumo de drogas.
El encuentro en la carretera: detección y respuesta inicial
La policía se centra en los conductores que muestran signos de deterioro, como un fuerte olor a cannabis dentro del vehículo o parafernalia visible de drogas. Los umbrales legales para el THC, el componente psicoactivo del cannabis, se establecen en dos microgramos por litro de sangre. Las pruebas en la carretera, realizadas en aproximadamente ocho minutos, también pueden detectar cocaína, aunque el caso de ejemplo se centró únicamente en el cannabis.
Los conductores que dan positivo son inmediatamente esposados y detenidos a la vista del público como medida disuasoria. A esta acción inmediata le sigue un análisis de sangre más completo en la estación, que puede detectar una gama más amplia de sustancias (incluidos éxtasis, LSD, ketamina y heroína) incluso días después del consumo. El sistema está diseñado para atrapar a los consumidores independientemente de cuánto tiempo hace que se consumió la droga.
El sistema de justicia demorado: incertidumbre y consecuencias
Aquí es donde el sistema falla: los resultados de los análisis de sangre pueden tardar hasta cuatro meses en llegar. Esto deja a los conductores en el limbo, y potencialmente continúan conduciendo mientras esperan la confirmación de su culpabilidad. Si es positivo, se prepara un expediente judicial y se programa un juicio. La condena conlleva una prohibición de conducir de un mínimo de 12 meses, multas ilimitadas vinculadas a los ingresos y antecedentes penales. Las repercusiones financieras se extienden al aumento vertiginoso de las primas de seguros.
Las sanciones por conducir bajo los efectos del alcohol son idénticas, lo que significa que incluso los infractores ocasionales se enfrentan a graves consecuencias. El sistema no es sólo punitivo; está diseñado para hacer que conducir bajo la influencia del alcohol sea financieramente insostenible.
Aplicación selectiva y admisión de uso
Curiosamente, las patrullas también encuentran conductores que admiten fácilmente haber consumido drogas recientemente. Una joven madre confesó haber fumado cannabis el día anterior, pero la prueba dio negativo. Esto pone de relieve un problema clave: muchos usuarios reconocen abiertamente su hábito sin comprender plenamente las implicaciones legales. El oficial, sin embargo, tenía motivos suficientes para realizar pruebas de todos modos, lo que subraya la naturaleza arbitraria de la aplicación de la ley.
El retraso del sistema judicial y la aplicación selectiva de la ley crean una situación en la que los conductores pueden seguir conduciendo bajo los efectos del alcohol durante meses antes de enfrentar las consecuencias. Esto subraya la necesidad de procedimientos de prueba más rápidos y una aplicación más consistente de la ley.
¿La comida para llevar? La policía está persiguiendo activamente a los conductores ebrios, pero la lentitud del sistema legal socava su eficacia. Conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas sigue siendo un riesgo grave, con importantes sanciones financieras y legales para quienes sean descubiertos (al final).
