Durante más de un siglo, los frenos hidráulicos han sido la piedra angular de la seguridad del automóvil. Aparecieron por primera vez en los EE. UU. después de la Primera Guerra Mundial y se han vuelto omnipresentes, evolucionando con características como sistemas antibloqueo (ABS) y asistencia eléctrica. Ahora, ZF Friedrichshafen, un proveedor líder de componentes para automóviles con más de tres mil millones de piezas de frenos producidas en los últimos tres años, predice que los frenos hidráulicos están al borde de la obsolescencia.
El auge del freno por cable
El cambio hacia el freno por cable (BbW) está impulsado por la rápida integración de la conducción automatizada, los sistemas de propulsión electrificados y los sistemas de chasis interconectados. BbW elimina el sistema hidráulico tradicional, reemplazándolo por motores eléctricos en cada pinza.
A diferencia de los frenos convencionales, donde la presión del pedal se traduce en fuerza hidráulica, BbW se basa en una caja de pedales electrónica para medir la acción del conductor. Esta señal activa entonces los frenos electromecánicos (EMB) eléctricamente. El resultado es un sistema de frenos sin líneas de fluido, cilindros maestros ni presión hidráulica.
Sistemas híbridos y completos
BbW ya se está implementando de dos maneras principales:
- Sistemas Full BbW: Frenado totalmente eléctrico en las cuatro ruedas.
- Sistemas híbridos: Combinando BbW con hidráulica tradicional, inicialmente dirigido a vehículos comerciales ligeros.
Por qué esto es importante
El cambio a BbW no se trata sólo de eliminar el fluido hidráulico. Ofrece varias ventajas:
- Precisión: El control eléctrico permite una aplicación de la fuerza de frenado más precisa.
- Capacidad de respuesta: Tiempos de reacción más rápidos en comparación con los sistemas hidráulicos.
- Integración: Compatibilidad perfecta con sistemas avanzados de asistencia al conductor (ADAS) y funciones de conducción autónoma.
- Eficiencia: Sin fugas de fluidos, mantenimiento reducido y potencial de recuperación de energía mediante frenado regenerativo.
La transición refleja una tendencia más amplia en la ingeniería automotriz: la sustitución de sistemas mecánicos por alternativas electrónicas para mejorar el rendimiento, la seguridad y la integración con tecnologías emergentes.
En esencia, el futuro del frenado es eléctrico, no hidráulico. Este cambio remodelará el diseño, el mantenimiento y la experiencia de conducción de los automóviles en las próximas décadas.










































